¿Realmente lo que aspiras a conseguir en la vida es un Ferrari? Esa es la pregunta que se
había hecho un hombre llamado Doug
DeMuro, quien siempre había ansiado por tener uno. No obstante, cuando por fin pudo comprárselo, su sueño
se convirtió en una pesadilla.
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FERRARI |
Sueño
Tener un Ferrari podía
presentarse como una aspiración a la excelencia. Este hombre llevaba toda su
vida soñando con comprarse uno y ahorró durante años el dinero suficiente hasta
que pudo conseguirlo. Quería sentir la emoción de conducirlo y notar cómo se
encendía su motor... y lo consiguió. Pero, ¿y
después qué?
Pesadilla
Este hombre se dio cuenta de que en realidad no lo necesitaba,
porque todo lo que hay detrás de un Ferrari exige el triple de atención. Si se paraba en un semáforo le
preguntaban cuánto costaba, si se paraba en una gasolinera le pedían que
hiciera sonar el motor, si circulaba por la carretera
siempre trataban de adelantarle para tratar de quedar mejor.... Además,
disfrutar de un motor tan potente no es muy recomendable, salvo que vayas por
una carretera llena de curvas pero sin nadie más; en las ciudades tampoco se
presenta la mejor opción, por los baches, los bordillos, la suciedad... Por no
hablar de los puntos muertos que ofrecen sus espejos retrovisores (cabe
destacar que los Ferrari son unos coches deportivos muy bajos).
Realidad
Tras comprarse el coche
de sus sueños, este hombre decidió venderlo porque no podía seguir así. La presión mediática de la sociedad, la falta de disfrute de un
motor tan potente... eso no estaba hecho para él. Mantenimiento a parte, porque
es bastante caro, pero eso es otro tema.
Tener un coche muy bueno y no poder disfrutarlo no es lo más
recomendable del mundo. Esta moraleja se
puede aplicar a muchos más campos de la vida cotidiana. Manejar algo que se
escape de tus posibilidades a veces es más complicado de lo que puedas pensar
en realidad.
Foto Por Cortesía: autoblog.com
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